Querida Mía | Microrrelato
Hace mucho que no tomo pluma y papel para escribirte unas palabras, sobra decir que tampoco he tenido tiempo de pensar en nosotros, lo que fuimos, un sueño fugaz, lo que somos, dos extraños y lo que seremos, unos locos enamorados que siguieron caminos lejanos uno del otro.
Perdón, no lo había hecho desde ya tiempo, y sé que no es excusa, prometí dedicarte cada pensamiento al amanecer y al anochecer, pero querida mía, mí mente ha dominado el fuego latente de este corazón poco elocuente. Aveces amante, otro un simple ser andante.
Perdón, no lo había hecho desde ya tiempo, y sé que no es excusa, prometí dedicarte cada pensamiento al amanecer y al anochecer, pero querida mía, mí mente ha dominado el fuego latente de este corazón poco elocuente. Aveces amante, otro un simple ser andante.
Pero hoy, que lo he logrado, que los recuerdos han llegado tal huracán derribando las barreras que creí protegerme. Recordé con cierta asfixia aquellas noches de verano cuando éramos apenas unos críos, ni a los dieciséis habíamos llegado, enamorados, amantes bajo las sábanas y la mirada de la luna curiosa, apenas amigos bajo el sol
¿Recuerdas al igual que yo?
¿Recuerdas al igual que yo?
Dicen que la memoria traiciona, yo le agregaría, envenena. Traición y veneno para un cuerpo poco provisto de defensas. Atiné a traer aquel recuerdo a la mente. El de nuestro primer beso, todo un secreto. Igualmente quise comparar la emoción primera de aquel hecho con las que te siguieron después de que nuestros labios se separaron por última vez, cada una de ellas, fueron insuficientes.
Dime, querida mía ¿A qué se debe?
posteriormente, cansado, probé labios de iguales, pero aquello fue diferente. Actualmente tiro a la soledad como una amiga leal y severa.
posteriormente, cansado, probé labios de iguales, pero aquello fue diferente. Actualmente tiro a la soledad como una amiga leal y severa.
Los recuerdo sobran. Pero la compañía no alcanza. Quisiera mantenerme en balanza pero algo, quizás el odio y sed de venganza, me tiran al vacío.
¿Por qué el adiós nos dimos?
Por último permíteme darte besos y caricias está noche bajo el cielo estrellado.
Te extraño tanto, mí mente y cuerpo lo expresan mejor al pensarte. Por favor querida Lydia, vuelve a la vida.
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