HISTORIAS

Sobre mi

 

 





Hola, soy Fernando Ramírez (Ferez). Soy licenciado en la carrera de Ciencias de la Comunicación, aficionado a la fotografía, he sido locutor de radio por internet y guionista para varios proyectos. Desde hace más de una década escribo novelas y relatos. Te invito a leer algunos de ellos aquí en el blog. ¡Espero te agraden! 

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¿Y las demás historias?

No entres en pánico. Tus historias favoritas están siendo corregidas y actualizadas. Pero no te preocupes, estoy tratando de ser lo mas rápido posible para que puedas disfrutar de ellas en breve.

Es por esa razón que he estado subiendo nuevas historias, quitando otras para corregir, subiendo relatos e innovando portadas de las historias.

Te invito a leer lo nuevo que se esta subiendo y compartir o comentar las entradas.

Nunca Jamás. || Un Incomprendido Tìo Ben





— ¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Hasta el fondo! —gritaba la chica mientras brincaba en la cama junto Benjamín quien le acompañaba en su travesura. Ambos sólo llevaban puesta la ropa interior. - ¡Oh sí! ¡Si! ¡Dios! ¡No pares!
Ana, la chica que salta gimiendo y gritando a todo pulmón para que los demás chicos de la preparatoria, que estuvieran tras la puerta con la oreja pegada a ella creyeran que entre ambos chicos se está llevando a cabo el sexo más placentero y excitante de la historia.
— ¡Ben, pero que bestia! ¡No pares!
Siguió gritando entre unas cuantas risas. La cama a sus pies rechinaba, lo cual ayudaba a la ilusión que ambos estaban creando.
El chico por su parte soltaba uno que otro gemido para hacer más realista la mentira.
Bajo la puerta del cuarto se notaban unas cuantas sombras de los curiosos. A decir verdad eso les pareció estupendo. Significaba que sin importar lo alto de la música estaban logrando hacer historia. Una historia, claro, a base de mentiras.
Benjamín y Anahí eran la pareja predilecta para toda la preparatoria. El, el chico más popular y la estrella del fútbol. Ella la simpática chica buenaza con la que todos los puertos urgidos querían acostarse. Ambos habían sido seleccionados por el periódico escolar como la pareja perfecta.
Benjamín y Ana.
Aunque claro entre ellos dos lo único que existía era una gran amistad.
Ana era lesbiana y Ben estaba enamorado de un amor imposible.
Pero para satisfacer a todos sus seguidores decidieron subir el tono de su falsa relación.
Días previos a aquella noche ambos decidieron montar aquella farsa.
Benjamín gimió por última vez fingiendo un total éxtasis en el coito falso. Y se lanzó a la cama al mismo tiempo que Ana lo hacía. Los dos rieron entre dientes, agotados por saltar en la cama.
—¡Eso ha sido sensacional! ¡Dios! ¡Jamás me había entrado una tan grande!
Siguió girando su amiga, entre risas.
Cruzaron miraras de complicidad antes de empezar a hablar en susurros.
—Para ser lesbiana saber muy bien como fingir un orgasmo.
—Idiota, entre mujeres también podemos llegar al orgasmo. No necesitamos un pene para ello. Hay consoladores ¿sabes?
—Si claro pero es mejor uno de verdad ¿no crees?
—No son tan grandes y duraderos.
Ambos rieron.
—Eso lo dices porque jamás te has acostado conmigo.
—Lo acabo de hacer si no te diste cuenta.
—Deberíamos de probar alguna vez, ya sabes cómo amigos
—Claro, por supuesto, que te parece si lo hacemos la próxima semana.
—No puedo, tengo entrenamiento.
—Ósea que el sexo es menos importante que el entrenamiento.
—Depende de la tentación.
— ¿Y si fuera Lucy?
Ben se queda callado de inmediato. No por el hecho de estar pensando en la respuesta sino porque estaba pensando en su media hermana. Lucy y él a diferencia de muchos medios hermanos se llevaban de maravilla, pero él sentía algo más por ella. Algo que no había sentido por ninguna chica antes.
Pensar en ella no era pensar solo en sexo. Para ello tenía un historial extenso de conquistas. Sexo de una noche la mayoría de las veces, algunas otras relaciones esporádicas. Pero ninguna de ellas lograba que el chico dejara de pensar en Lucy.
— ¿Aún la amas?- preguntó nuevamente su mejor amiga.
— ¿Amarla?
—Sí, ¿Aún la amas? ¿Aún esperas a que se dé cuenta de qué harías cualquier cosa por ella? ¿Después de todos estos años?
—No lo sé, supongo que sí.
— ¿Supones? ¿Cómo es eso?
—No lo sé, es como si después de todo, ella fuera lo único que importa.
— ¿Después de que?
—Después de... -no supo que más decir.
—Ben, soy tu mejor amiga y como tu mejor amiga, con la que, dicho sea de paso, te has acostado esta noche, pienso que deberías olvidarla. Es decir, no creo que ella se dé cuenta de lo que sientes. Llevas años tras de ella. Ya es tiempo de dejarla ir
—Que fácil suena eso.
—Es más fácil de lo que te imaginas.
—Lo dice la chica que ha regresado con su novia más de cinco veces en un año.
—Eso es diferente Ben, no hay muchas lesbianas allá fuera.
—Las suficientes para trio supongo.
— ¿Eso es una petición entre líneas?
—Quizás. Nunca lo he hecho con dos lesbianas.
—Idiota—-Sentencio la chica dándole un manotazo en el pecho desnudo al chico. Ambos amigos se habían recostado juntos. Ben había pasado su brazo por la espalda de Ana mientras esta lo abrazaba y reposaba su cabeza en el pecho del chico. Ella podía sentir la respiración tranquila de Ben—No trates de cambiar el tema.
—No lo hago.
—Prométeme algo Body -Body, así lo llamaba de cariño.
—Claro.
—Prométeme que trataras de olvidarla.
Ben la voltio a ver y cruzo la miradas con ella. Los ojos negros de Ana junto con la pálida piel y los labios color carmesí le hicieron pensar que si volviera a nacer le gustaría enamorarse de ella y no de Lucy.
—Lo intentare — le prometió dándole un beso en la frente.
—Y prometerme que no me olvidarás. Nunca.
—No lo haré Anahí. Nunca.
—Ni siquiera cuando ya no esté aquí.
—Ni siquiera entonces.
—Porque si lo haces, vendré a cortarte el pene.
Ben abrazo nuevamente a Anahí. Pero ahora con más fuerzas. Dentro de el una parte de su ser se estaba estremeciendo. Ana, su mejor amiga estaba muriendo y se negaba a vivir el resto de su vida en un hospital esperando a que las quimioterapias le alargaran la vida un poco más.
—Nunca jamás.
— ¿Cómo Peter Pan?
—Wendy olvido a Pan, pero pan no la olvido a ella.
—Entonces me olvidarás...
—Aquí no hay ninguna Wendy, solo Pan.
—Lo dices porque me gustan las chicas.
—Lo digo porque jamás te olvidare.
Hubo un pequeño silencio entre ambos.
— ¿Nunca jamás?

—Nunca jamás.

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