UN INSTANTE ETERNO [RELATO CORTO]
El tiempo es relativo cuando uno espera, puede pasar años y años hasta convertirse en siglos o simplemente pasar un segundo; un chasquido, una nota musical, un silbido, un suspiro o un parpadeo, todo puede durar tanto como un cerro frondoso y lleno de vida o como una gota de lluvia en el cristal. Mi tiempo es relativo mientras te espero, varias veces te he esperado ver por más de mil años y otras cuantas han pasado como un aleteo del colibrí que vuela por el prado. Vivo en este mundo donde por una fracción de segundo puedo sentirme vivo al ver tus ojos u oler tú aroma a rosas silvestres. Puedo volar sin despegar los pies de la tierra con tan solo una sonrisa tuya escondida entre tus labios, soy esclavo de tu figura y libre de tu ser, soy solo un motociclista con chaqueta de cuero encima. Vago por estas calles de todo tiempo posible solo para verte por un minuto, cualquiera que en la mente de este sicario de la muerte se quede por la eternidad.
¿Recuerdas
aquel jueves? Tal vez en este tiempo aun no suceda ese día o quizá sea este
nuestro jueves. Aquel jueves donde te vi detrás de las rosas del jardín,
persiguiendo una mariquita sobre las ramas caída de aquel viejo roble. Tú
cabello rizado flotando por el aire y tu edad no pasaba de los diez años, yo
solo era un mocoso que andaba rumbo a casa. Tu risa dulce como la calabaza en
otoño y tus ojos tan vivos y vibrantes me miraron por un segundo, el segundo
más eterno que he vivido, el más feliz y el más desgraciado.
Era la
época de la segunda guerra mundial. Todos corrían y se ocultaban pero tú
estabas ahí, tan libre y sin miedo que te encerrase y preocupase.
—¡Vuela
mariquita! ¡Vuela!— oí que le decías como un susurro al ser, tus mejillas se
ruborizaron al verme ahí, varado detrás de la reja de tu jardín y la calle
desolada. El sol brillaba de aquel lado de la reja pues se alegraba de verte,
se alegraba de que tu existieras, el solo alumbraba para ti, para tu alma Y yo
solo un muchacho de doce años en una calle desolada con el frío de la amargura
de aquellos días, sentí felicidad. ¡Si felicidad! Tú me habías iluminado mi
mundo, mi mirada, mi corazón, mi ser.
Esa
felicidad no duro mucho, duro como el vuelo de esa mariquita que perseguías con
curiosidad. Las alarmas sonaron de inmediato al acercarse por el aire aquel avión
de guerra, toda esa tranquilidad y felicidad pronto se marchitaron, cambiaron a
una escena de miseria y muerte. El verdugo de nuestra vida nos sobrevoló listo
para disparar su arma. Un arma que nunca había podido ver en mi vida, era como
un ballenato metálico en los cielos, como un Zeppelin de metal a punto de caer
encima de tu jardín. Todo el mundo salió corriendo de sus hogares llenos de
pánico y desesperación, de angustia y temor. La muerte había elegido Nagasaki
para demostrar la furia que puede emerger de cualquier hombre al poder de una
nación.
Te mire
con miedo y tu me miraste con incertidumbre, la mariquita había volado ya y tu
no la viste alzar el vuelo. Eso supongo pudo haber sido más hermoso de ver que
a todos los que te rodean arder en llamas y desvanecer en un segundo, un
instante eterno.
—¡Corre!—Te
grite un y otra ves —¡Corre!—no corriste. Te quedaste inmóvil y tu rostro
hermosos se había convertido ya en cenizas, la bomba había caído y los dos
habíamos muerto pero, el tiempo se congelo para mi. Salte la reja, no sé como
demonios pude subir los dos metros, pero lo hice y corrí hacia ti, te quería
proteger, quería salvar tu ternura, quería tenerte a salvo. Te tome en mis
brazos y no pude sostenerte, tu cuerpo estaba ahí visible pero intangible. ¿Qué
pasaba?¿Por que no podía tocarte? ¿Por qué todo se había congelado para mi? La
razón aún no la sé, solo sé que aquí en donde habito, tu permaneces quieta.
Hace un
tiempo ya desde ese día. Mientras esperaba encontré una vieja Harley la cual
monto para viajar. De alguna forma me logra llevar a ciertos instantes de tu
vida, pero en ninguna de ellas, ningún momento me hace vivir, así que viajo y
viajo esperando por tan solo un instante eterno, un instante más para sentirme
vivo nuevamente pues yo morí cuando el cielo se nublo de cenizas y fuego. Anhelo
ese instante en aquel jardín mientras las alas de la mariquita se alzaron a
vuelo y tu sonrisa pude observar.
Mas relato en Proyecto Primario
Me encanto, la forma en que se expresa y cuanto la ama a pesar de ser tan pequeños. Aunque es muy triste el desenlace tambien es inesperado. Me gusto mucho.
ResponderEliminar