EXILIO || CAPITULO 3
Capítulo 3
Ha
pasado una semana desde que mi padre no ha llegado a cenar y la casa está llena
de recuerdos de él. Mi madre no ha dejado de llorar cada noche. En el
refrigerador, aún hay varios guisados que mis tíos y tías nos han traído. Mamá
viste de luto ahora, ha teñido todas sus prendas a negro, ahora parece un
retrato viviente. La casa está sola sin las risas de mi padre cada noche cuando
llegaba contándonos alguna anécdota de la oficina. Siempre tenía algo que
contar. Mi padre era un narrador innato. Ahora ya no es nada. Solo un recuerdo.
Supongo
que todos nos convertiremos en un recuerdo algún día. Yo no quiero convertirme
en un recuerdo. Tengo una teoría, si no estás para nadie, nadie te recordará.
Es simple, muy simple pero imposible. Todo el mundo está para alguien.
Indirectamente o directamente, desde que llegamos al mundo interactuamos y nos
comunicamos con personas, e inconscientemente formamos lazos. Lazos intangibles
pero dolorosos.
Como
el lazo de Rico con papá, el de papá con mamá, el de papá y mis tíos, el de
papá conmigo.
Necesito
escapar, huir, alejarme de todo y dejar de pensar en él. Pensar en él me duele.
Me duele porque aún no llega a cenar. Lo único que tengo que hacer para dejar
de pensar en mi padre es conducir, conducir lo más lejos que pueda, hasta los
confines de este mundo, lejos de aquí, de los recuerdos, lejos de los llantos,
lejos de él.
Solo
hay un problema. No tengo auto. El único auto que teníamos se fue a estrellar
dejándome sin padre y sin escape Que mierda.
Rico
me mira, o al menos eso intenta cuando me siento a su lado. Usualmente me
saltaría encima, pero está demasiado deprimido para hacerlo y yo no estoy de
ánimos para juegos bobos. El can solo se limita a acercarse lentamente y
colocar su cabeza encima de mi pierna. Siento como respira con lentitud.
Odiaría perderlo a él también. Le acaricio la cabeza por largo rato hasta que
decido sacarlo a correr conmigo. Ambos necesitamos escapar de esto.
La
primera canción que aparece en mí Mp3 es Human
de The Killers, nada más perfecto en este momento.
El
parque no está lejos de casa, solo nos llevar un par de minutos llegar hasta
el, Rico parece conocer a la perfección la ruta mientras yo apenas sé cómo
llegar. Es extraño, Rico y yo corriendo. Escapando.
¿Mi
padre corría para escapar?
—
¡No! — Me digo en voz alta — No pienses, solo corre. ― Y corro.
Troto
por un par de minutos, solo hasta que me encuentro tirado en el pasto tratando
de recobrar el aliento. Pasarse toda la vida jugando videojuegos no te da la
mejor condición física. Pero si buenos reflejos.
Rico
jadea a mi lado, ambos hemos corrido demasiado, quizás mucho más de lo que
podemos permitirnos. Necesitamos hidratarnos. Lo sé porque me empiezo a
sentirme un poco mareado. ¿Dónde habrá una tienda? ¿Traje dinero? Reviso mis
bolsillos en busca de unas monedas, lo único que encuentro es pelusa. No tengo
dinero para comprar agua, así que debo de regresar a casa. Rico no puede
deshidratarse más.
Nos
ponemos de pie y caminamos por el parque de regreso a casa. Rico camina con
lentitud, no debí forzarlo a seguirme el paso. Él ya está grande, y su promedio
de vida es de diez a trece años. Está en el límite.
—Vamos,
tú puedes. Te prometo que cuando regresemos a casa, te dejaré dormir en mi
cama. Aguanta un poco más amigo.
Rico
apresura el paso un poco más, al parecer la idea de dormir conmigo le agrada.
Tras
de él voy, mirando a mi alrededor, para ser completamente sinceros, es la
primera vez en mucho tiempo que salgo de cada para hacer algo más que un simple
mandado.
El
parque es concurrido, no solo por corredores más capaces que yo. O por niños
jugando por aquí y por allá lejos de la supervisión atenta de un adulto.
También ha chicas sexys por aquí.
Lo
sé, no debería pensar en eso, pero es imposible no hacerlo cuando una de ellas
viene tratando hacia mí. Al verla el corazón se me acelera, y un impulso casi
primitivo de mantener la mirada fija en aquel escote me es casi imposible
evitar. Esto me ruboriza e intento pensar en otra cosa, al menos quitarle la
mirada de encima pero no logro hacer ni una u otra.
Cuando
llega a unos cinco metros desacelera su trote, me sonríe mientras recupera el
aliento. Sonrisa blanca de modelo, ojos marrones y cabello castaño en cola de
caballo, lleva un millón morado y un top negro que le hace justicia, su piel
morena parece de cobre con el sol y yo solo puedo pensar «Deja de mirarla,
pensará que eres un pervertido»
—¿Es
tu perro? —me pregunta, pero yo solo noto cómo sus labios me llaman en cámara
lenta a algo más que una simple conversación.
—Si
quiero — ¡Idiota! — digo, este, sí. Es mío
La
chica me sonríe, luego se pasa ese mechón suelto que le estorba para atrás de
su oreja con un delicado movimiento. Mientras lo hace se pone en cuclillas para
acariciar a Rico
—Es
un perro hermoso. ¿Quién es un perro hermoso?
—Le
despeina un poco y luego me mira, pidiéndome una respuesta.
—Rico—
digo al fin tragando saliva
—
¿Vienes muy seguido por aquí? — ahora se dirige a mi directamente, Rico, ya no
es su centro de atención. Lo siento hermano.
—No
mucho, la verdad es que no. —Respondo apenado, es decir, soy un spaghetti
andando, evidentemente no hago ejercicio como todos los que viene por aquí.
Incluyendo a mi padre, el sí que era dedicado a correr.
—
Bueno. Si un día quieres una compañera de ruta, puedes llamarme — la morena me
tiende la mano a modo de saludo mientras me sonríe, en una especie de
¿Coqueteo? — Soy Beatriz y este es mi número.
Bea
me dice su número u yo no dudo en guardarlo. Luego sonríe nuevamente y empieza
a correr de nuevo. Por mi parte, me plante salí a correr más seguido.
Al
llegar a casa, mi madre me espera nuevamente, afligida y mi estómago se encoge
como un acto reflejo. Noticias malas de nuevo, seguro.
¿Ahora
quien ha muerto? ¿La abuela?
—Hugo...
— su mirada se posa en mí — Necesitamos un empleo.
Noticias
malas. Sin duda
—Lo
sé — mi voz suena rara debido a la sed. Me dirijo a la cocina para beber un
poco de agua — Él me lo dijo, antes.
—
¿Sabes porque lo hacía?
—
¿Para que sea un hombre de verdad? — Por alguna razón contesto en un tono
molesto. Tal vez sea porque su recuerdo no me deja en paz.
—Puede
ser...
Al
salir de la cocina veo a mi madre dibujar círculos en la mesa con sus dedos.
Está nerviosa, lo sé. Está pensando en algo, algo que la pone así.
—
Hugo... —Empieza mi madre —Sabes que tu padre te amaba ¿verdad?
—
Me ama, él aún lo hace, supongo.
—Suponer
no siempre es la verdad Hugo —Silencio— Hijo —- me mira directamente, puedo
sentir como sus ojos penetran en mi alma ― Necesitaremos un empleo.
—
¿Empleo? Seguro — De alguna forma lo sospechaba ya. El dinero que tenemos en
estos momentos no durará siempre. Mi padre nos mantenía a ambos, ahora debemos
de ver la forma para valernos por nosotros mismos. Sin él. Iniciar de nuevo.
Mi
madre se sorprende al verme sin el menor rastro de negación.
—He
estado buscando algunos en Internet...
—No,
no busques. Yo buscaré empleo, tu no —Sentencio.
—
¡Machista de pacotilla! ¿Crees que tu madre no puede trabajar? — se exalta.
—Mamá,
es hora de que sea un hombre de verdad. —Sentencio con toda la serenidad que
puedo tener después de escuchar a mi madre decirme machista de pacotilla.
Mi madre no dice nada, solo asiente con la
cabeza, supongo que siempre espero oírme decir algo así. Sinceramente no lo
haré por ellos, simplemente lo haré por qué estar en casa me recuerda a él.
Comentarios
Publicar un comentario