HISTORIAS

Sobre mi

 

 





Hola, soy Fernando Ramírez (Ferez). Soy licenciado en la carrera de Ciencias de la Comunicación, aficionado a la fotografía, he sido locutor de radio por internet y guionista para varios proyectos. Desde hace más de una década escribo novelas y relatos. Te invito a leer algunos de ellos aquí en el blog. ¡Espero te agraden! 

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¿Y las demás historias?

No entres en pánico. Tus historias favoritas están siendo corregidas y actualizadas. Pero no te preocupes, estoy tratando de ser lo mas rápido posible para que puedas disfrutar de ellas en breve.

Es por esa razón que he estado subiendo nuevas historias, quitando otras para corregir, subiendo relatos e innovando portadas de las historias.

Te invito a leer lo nuevo que se esta subiendo y compartir o comentar las entradas.

Sin mirar atrás | Microrrelato





Sin mirar atrás

—¡Corre!— Le indicó su madre mientras se ponía de pie para poner los cerrojos a las puertas y ventanas antes de que ellos llegaran hasta su puerta.

Momentos antes un estruendo interrumpió su cena, seguidos de lamentos, llantos y súplicas desgarradoras procedentes de la acera.

Nico ya lo había practicado con su madre infinidad de veces desde el último mes. Cada día sin falta se entrenaban para lograr huir de la migra.

"Huye y no mires atrás" le dijo su madre a modo de orden tantas veces que en ese momento, en el que debía de actuar se quedó paralizado. Su cuerpo no reaccionó, apenas podía parpadear de la impresión. El corazón le latía tan fuerte que temió que le estallara. "Corre, sal por dónde tengas que salir pero no dejes que ellos te encuentren" Recordó las palabras de su madre, pero no pudo comprenderlas hasta ahora. Estas señalaban un adiós definitivo.

La mujer lo tomó por el brazo y lo jaló hacia las escaleras justo cuando los policías tocaron a su puerta.

—Ya sabes que hacer, solo huye —Le pidió pero apenas le salía la voz, sus ojos estaban atentos como si tratara de captar cada parte del rostro de su hijo, desde aquel lunar encima de la ceja izquierda hasta esos oyuelos en los cachetes —Te amo Nico — Logró decir con tanta firmeza y desesperación en la voz que hasta el último momento de su vida, el niño conservó ese recuerdo con tanta nitidez que ni siquiera la enfermedad que padeció rumbo a sus últimos años de vida pudo borrar.

La madre también le dio un anillo de bodas, aquel que le había pertenecido a su padre. El niño asintió apenas conciente de lo que dejaba atrás y subió al piso de arriba como debía hacerlo. Al llegar al cuarto de su madre escuchó como la puerta se quebró con agresión y logró oir a su madre tratando de darle tiempo. No podía regresar atrás, tenía que seguir. Subió a la cama y buscó el botón detrás de la cabecera, lo apretó y una rampa descendió del techo. Por un segundo Nico se maravilló al ver qué tan bien estaba oculta la entrada al ático bajo la pinta de un cielo falso.

Subió tan rápido como pudo, al escuchar una docena de pies entrar al salón rumbo a las escaleras. Apenas le bastó el tiempo para cerrar la rampa y romper los cables de mando para evitar que entraran por el.
Con la tenue luz del atardecer entrando por una pequeña ventanilla buscó su mochila y esperó a que la noche cayera. Mientras tanto revisó que los papeles de adopción estuvieran ahí. Su madre lo había planeado todo cuando la noticia salió a la luz. Mientras pudiera huir de casa y llegar al hogar de los Hardy estaría a salvo. Ellos lo cuidarían hasta que fuera mayor de edad y pudiera decidir entre buscar a su familia en su país natal o  seguir en el sueño americano.

Mientras revisaba la noche cayó  y la luz se desvaneció así como los gritos parecían sucumbir fuera del ático. Por un momento pensó en que sería seguro asomarse por la ventanilla para observar la calle pero la oscuridad le cubría el paso, y ahí arriba había miles de cosas que podía tirar y provocar que los agentes de la migra lo encontraran. Tenía que ser cauteloso al pisar, por eso tomó una vela de su mochila y un cerillo. Su madre no solo había preparado el equipaje con ropa y papeles, también con un kit de primeros auxilios  y algunas velas junto con una radio, alimento y cerillos. Encendió la vela para iluminar el camino hacia la ventana, pasó por las cajas que le estorbaban con agilidad y soltura sin ocasionar ningún ruido, llegó a la ventanilla ya con la vela a punto de sucumbir ante los jadeos de su respiración. Tomo la cortina y la deslizó solo un poco para mirar afuera. Lo que encontró ahí le hizo helar la sangre.

Afuera todos sus vecinos estaban en las mismas condiciones, los agentes de la migra empezaban a sacar a todos de sus casas con tal fuerza que se le achicó el corazón de tan solo pensar en su madre.
Pensando en ella asomó un poco más la cabeza para encontrarla en el jardín con las manos en la cabeza, de rodillas y sollozando mientras un agente la vigilaba con arma en mano. Este último levantó la vista para encontrarse con la del niño. Al momento Nico se separó de la ventana para echar a correr a la puerta trasera del ático detrás de unas cajas, ahí donde meses atrás no había nada más que madera y que ahora, su madre había logrado hacer una especie de salida de emergencias.

Escuchó a su madre llorar y pedir clemencia, mientras descendía por el gran pino del patio trasero, para después internarse en el bosque. El chico no volvió la vista ni siquiera al escuchar el estallido del arma por detrás de él.

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